Unas misteriosas naves aparecen en la
Tierra de un día para otro. Son un total de 12 y están ubicadas en
diferentes lugares sin relación alguna. Así es cómo Denis
Villeneuve presentó su primer gran proyecto de ciencia-ficción.
'La llegada' es una mis
películas favoritas del director canadiense. Sus trabajos hasta la
fecha me parecen notables. Un director que merece la pena seguir.
Tiene
facilidad para crear atmósferas tensas, aterradoras y también
conmovedoras. Le da importancia a los personajes, a la fotografía y
al sonido (por ese orden) y logra que todos los elementos funcionen a
favor de una historia de la que nunca sabes qué esperar. Busca un
espectador activo, que sea quién sume 1+1 y llegue, incluso se
anticipe, al final. Sus películas, en mayor o menor medida, me
atrapan, me sorprenden y me golpean emocionalmente. Teniendo en
cuenta lo mencionado, 'La llegada' me
parece una película muy completa. De hecho, me encanta cómo cuenta
la historia.
A partir de
aquí, ¡spoilers!
'La llegada' es
una película de ciencia-ficción cercana, humana. No hay grandes
explosiones, ni mucha acción. En la película destacan dos temas, el
primero es el lenguaje, la comunicación. El
segundo trata del amor
y de la aceptación del mismo aunque sea doloroso. Cómo ya hiciera
en 'Enemy', al
principio de la película nos suelta como si nada una de las premisas
principales de la película. Si en 'Enemy' hablaba
del caos, ahora nos habla del tiempo:
“La
memoria es extraña. No funciona como yo pensaba. Estamos tan
limitados por el tiempo, por su orden”.
Esas
son las palabras de Louise, personaje interpretado por Amy Adams y
protagonista de la historia. Ella es una lingüista y es la pieza
fundamental para que el mundo no se vaya al carajo. Junto a la ayuda
de Ian, un físico interpretado por Jeremy Renner, tendrá que buscar
la forma de comunicarse con los heptápodos. Resulta interesante ver
cómo Louise va aprendiendo el nuevo idioma, al mismo tiempo que lo
hacemos nosotros como espectadores. Tenemos el privilegio de ver la
historia a través de la mirada de Louise, y de entender lo que está
sintiendo (ya que no lo comparte con nadie más).
El
cine de Villeneuve, sus historias, siempre tienen un golpe de efecto
guardado. Sabe cómo jugar las cartas. En esta ocasión lo que me
maravilla es la estructura de la película ya que funciona como
ejemplo de lo que acaba de aprender Louise. Es como si Villeneuve
llevase el lenguaje de los heptápodos a la práctica, y lo curioso
es que lo hace desde el principio de la película, sin que seamos
conscientes de ello.
Louise
habla del tiempo, de
la memoria. En la primera escena pensamos que está hablando del
pasado, pero no es así. Está hablando del futuro. La linealidad de
la película se rompe con flashforwards
no
con flashbacks,
logrando
así una sensación de cercanía en el tiempo, ya que (cómo
explicarlo...), los años que pensábamos que correspondían al
pasado, son exactamente los mismos que corresponden al futuro. Están
igual de cerca y así cerramos el círculo. Pasamos de lo lineal a lo
circular, y no solo en lo narrativo, también en lo que a dirección
artística se refiere (que la escritura de los heptápodos sea
circular está relacionada con esa idea en concreto).
Los
heptápodos son capaces de manejar el tiempo, y en el momento en el
que Louise aprende el idioma, en el momento en el que adquiere “la
herramienta”, también es capaz de manejarla (que no controlarla).
Empieza a pensar como ellos. Es más, cuando Louise aprende el
idioma, la estructura de la película cobra sentido. Los heptápodos
nos adelantan acontecimientos, de la misma forma que Villeneuve lo ha
estado haciendo desde el minuto uno con la subtrama de la vida de
Louise. Cuanto más aprendemos de la forma de comunicarse de los
heptápodos, más flashforwards aparecen. Esto le añade un toque
metafílmico a la historia, dándole importancia al
lenguaje/narrativa audiovisual.
Lo
dicho, sin explosiones ni batallas, ni grandes aparatos electrónicos
(la herramienta principal es una pizarra) Villeneuve logra dotar a
'La llegada' de
tensión y emoción. La atmósfera es gris, tristona, no nos augura
nada bueno. Gran parte de la tensión la crea el sonido, las
respiraciones de la protagonista, el ruido.
Villeneuve
cuenta una historia sobre la comunicación y el lenguaje (también
sobre el tiempo) y nos hace “aprender” el idioma para ello y la
forma en la que desarrolla esa idea, me parece notable.
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