Germain (Fabrice Luchini) es un profesor de literatura que está
aburrido de leer y corregir las insulsas redacciones que le entregan sus
alumnos. Pero la redacción de Claude (Ernst Umhauer), un misterioso alumno,
revive el interés del desesperanzado profesor. En su redacción, Claude narra en
primera persona la admiración que siente hacía la familia y el hogar de uno de
sus compañeros de clase. Además, explica como “su personaje” tiene como
objetivo entrar en esa casa y “formar parte” de ese hogar. La redacción termina
con un sugerente “continuará”.
Germain anima y ayuda a Claude a seguir con su historia; quiere ayudar
a desarrollar el potencial como escritor o narrador que tiene el estudiante. Lo
que empieza como un simple ejercicio de clase, termina convirtiéndose en un
ejercicio narrativo hipnótico, adictivo y manipulador.
François Ozon es el director de está ingeniosa película. Uno de los
elementos más destacables es el juego entre la realidad y la ficción, y la disposición
del espectador a dejarse manipular (o no) por parte de la narración. Los
protagonistas de las redacciones de Claude son reales, Claude los convierte en
los personajes de esta especie de “novela por entregas” que está escribiendo.
Su narración parte de la realidad, pero Claude se encarga en “adornarla” y
dramatizarla en los momentos adecuados, pecando de sentimentalismo fácil en
alguna ocasión. Claude manipula a los personajes a su antojo, domina el arte de
la palabra. El profesor, al igual que el espectador, pasa de sentir curiosidad,
a la observación, y termina formando parte de la narración de Claude.
El espectador se sitúa en el lugar de Germain, y al igual que el
profesor, se va implicando cada vez más en la perturbadora historia que narra
Claude. De cierto modo, la “ficción” descrita por Claude se acaba convirtiendo
en la realidad de ambos (de Claude y Germain). Las personas se convierten en
personajes, la ficción se “fusiona” con la realidad. Al comienzo de la película
la realidad y la ficción (o la narración de Claude) avanzan en paralelo; pero
poco a poco esa distancia entre ambas se va acortando y se cruzan dando
comienzo al “juego” narrativo.
Claude disfruta escribiendo, imaginando vidas y creando historias; pero
sobre todo le gusta observar y narrar, controlar la situación. Juega con los que le rodean, manipula
todo a su gusto y libera sus deseos o frustraciones en sus redacciones,
poniendo en un compromiso a aquel que las lee.
Germain tampoco puede evitar observar (el espectador tampoco). Se
convierte en voyeur, disfruta
observando, cruza la línea y pasa a formar parte de la historia. Germain es
testigo y al mismo tiempo víctima de la manipulación del protagonista. Acaba
obsesionado, atrapado, perdido en una historia, en una ficción, que él mismo ha
ayudado a crear.
En mi opinión, hay una escena que muestra el cambio de actitud de Germain
ante los textos de Claude. Es la escena en la que Germain va al cine con Jeanne
(Kristin Scott Thomas), su mujer, en la que hablan sobre los textos de Claude.
Mientras comen palomitas, ambos disfrutan del “espectáculo” o de la ficción que
les está ofreciendo el joven. Claude les invita a observar una “pantalla”, una
ventana; y tanto Germain como Jeanne, aceptan la invitación.
François Ozon habla sobre la narración, en una película que es “meta
fílmica”. Germain, como profesor, le explica a Claude los principios básicos de
una narración exitosa. Todo personaje tiene un objetivo y para conseguirlo
tendrá que superar varios obstáculos. La teoría se llevará a la práctica.
Claude aprenderá por el camino, recibirá consejos de su “mentor”, pero él será quién decida si hacer caso o no. Claude tendrá que decidir cuándo prescindir de la ayuda
del profesor y que hacer con su personaje.
‘En la casa’ me ha gustado bastante. Desde el primer minuto me ha
atrapado, “engañado” y sorprendido. No podemos dejar de pensar en que es lo
siguiente que nos tiene preparado Claude, su siguiente “entrega”. La película
tiene un buen ritmo, consigue mantener la atención durante todo el metraje y
sabe cuándo dar “descanso” al espectador (con la trama secundaria de la galería
de arte de la mujer de Germain).
Tanto el trabajo de Fabrice Luchini como Germian, y el de Ernst Umhauer
como Claude son destacables. El primero logra mostrar la obsesión que le ha
creado el texto de Claude, lo absorbe. El segundo, me ha parecido perfecto para
el papel de joven escritor, inquietante y manipulador e interesante, que roza
la locura. En general, una buena película inquietante, misteriosa y entretenida.
Y aunque al final todo parece descontrolarse un poco, funciona bien ya que te
implica en lo que cuenta. En la escena final, ¿queremos o no queremos seguir “observando”?
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