'Bésame, tonto' (1964)

Cambio de roles

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Siguiendo con el repaso de la filmografía de Billy Wilder, es momento de repasar otra de sus comedias, no es de mis favoritas, pero merece echarle un vistazo. ‘Bésame, tonto’ es una película entretenida con un gran ritmo, los gags suceden uno tras otro. Los personajes protagonistas son exagerados y rozan la caricatura. ‘Bésame, tonto’ es una de las muchas colaboraciones entre Wilder e I.A.L Diamond, y eso se nota en la forma de mostrar la comedia y la fuerza que le dan a sus guiones. El ritmo del gag es lo más importante.  

Orville (Ray Walston) es un profesor de piano fracasado que vive con Zelda (Felicia Farr), su hermosa mujer, la más guapa de Clímax (gran acierto el del pueblo). Orville se pasa el día dando clases de piano y componiendo canciones junto a su amigo Barney (Cliff Osmond), el encargado de la gasolinera del pueblo. Los dos sueñan con la fama y nadar en dinero vendiendo sus temas a algún cantante conocido. Han mandado decenas de cartas, de composiciones… pero nunca han recibido respuesta, y encima las estrellas se quedan con los sellos, cosa que cabrea a Orville. Todo cambia cuando el mismo Dino (Dean Martin interpretándose a sí mismo) para en la gasolinera a repostar.

Barney y Orville saben que es una oportunidad que no se volverá a repetir, por eso, manipulan el coche del crooner para que no tenga más remedio que quedarse a pasar la noche en Clímax, en la casa de Orville concretamente. Y es ahí donde empieza la “cuestionable” negociación, en la que las mujeres son expuestas como mercancía. Tanto Orville como Barney saben que la debilidad del cantante son las mujeres. Y se las darán.

Orville es un hombre poco simpático, neurótico y muy, pero que muy celoso. Piensa que su mujer le va a dejar en cualquier momento por otro hombre por lo que cualquier gesto o mirada le parece ofensivo. Sus celos llegan a resultar enfermizos. Por ese motivo, teniendo en cuenta de que su mujer es fan de Dean Martin, intentará echarla de casa antes de que el cantante llegue e intente seducirla.

El profesor contratará los servicios de Polly (Kim Novak), una camarera-prostituta que sustituirá a su mujer. De ese modo, y con ese cambio de roles, Orville ofrecerá a “su mujer”, a cambio de que este escuche algunos de sus temas. Pero, ¿lo soportará? ¿Hasta qué punto está implicado Orville en ese cambio de papeles?

El cambio de roles es el punto más interesante de esta comedia. ‘Bésame, tonto’ es más gamberra en su primera mitad y un poco más sentimental en la segunda, aunque también tiene momentos en los que puede resultar algo ofensiva si tomamos su humor negro demasiado en serio. Billy Wilder realiza una crítica al idealizado sueño americano y a la falsa moral. Parece que para conseguir un sueño todo vale. Los personajes se van metiendo cada vez más en sus nuevos roles, los aceptan y se sentirán cómodos con ellos, los defenderán en todos los sentidos. Por una noche serán otras personas, y cederán ante sus instintos más primitivos.

‘Bésame, tonto’ es una película arriesgada, que puede que no haya envejecido del todo bien, y que fue vapuleada por la crítica más puritana. La película recibió una mala calificación ya que usa como gags la infidelidad y la prostitución. Con el objetivo de mejorar esa calificación Wilder accedió a eliminar una escena (que en el DVD está incluida). Wilder se sintió traicionado al ver que pese haber cambiado una escena relacionada con una infidelidad la calificación de la película no mejoraba. Lo sorprendente es que la película no tuvo problemas para superar la censura impuesta por el “Código Hays” (decidieron que fuese el espectador quién juzgase la supuesta inmoralidad y osadía de la película de Wilder).

En ‘Bésame, tonto’ todo es exagerado y llevado al extremo. Es una película de 1964, pero Billy Wilder siempre que tenía elección seguía apostando por el blanco y negro. Si bien el trabajo de los actores es bueno, no es fácil empatizar con el protagonista, casi caricaturesco, interpretado por Ray Wilston (el papel lo iba a interpretar Peter Sellers, pero sufrió un infarto), ya que me resulta un personaje excesivamente controlador. Kim Novak se luce y Dean Martin demuestra que sabe reírse de sí mismo y de su rat-pack, aunque al final quede en un segundo plano. Una comedia de idas y venidas, rápida, divertida y entretenida; pero en la que se pueden cuestionar ciertas decisiones de los personajes, como esa especie de adoración que siente Zelda por su marido, o el carácter controlador del protagonista.

Al final, no hace falta decir nada ya que indirectamente se ha dicho todo. Todos llegarán "al clímax", quién con quién ya... eso es otra cosa.