La consciencia y la identidad
Ingmar Bergman es un director personal. En
sus películas nos muestra de forma indirecta parte de su vida, sucesos
biográficos que para él fueron significativos, mostrando de ese modo una parte
de su carácter (“por supuesto que soy autobiográfico” ha afirmado el director
en alguna ocasión).
La
película ‘Persona’ va unida a su
experiencia vivida en un hospital. Bergman pasó cerca de seis horas
inconsciente debido a los efectos de la anestesia. En ese momento Bergman no
distinguía lo que era real y lo que no. Esa sensación entre la existencia y la
no existencia, entre la consciencia y la
inconsciencia, Bergman la definió como algo maravilloso. El director,
inspirado por ese sentimiento, realizó esta magnífica y compleja película.
‘Persona’ es una película que te atrapa,
con un comienzo poético, en los que se mezclan escenas que parecen no tener
conexión. Entre esas escenas vemos una que tendrá especial importancia o
significado: la de un niño encerrado en una habitación, observando en una
pantalla la imagen de Elisabeth que
cada vez resulta más borrosa.
¿Una
o dos personas?
Bibi
Andersson y Liv Ullmann son las dos protagonistas de la película. Liv Ullmannn
interpreta a Elisabeth, una famosa
actriz de teatro que perdió la voz durante la representación de “Electra”. Tras
ese suceso la actriz fue hospitalizada. Ha pasado tiempo, y se encuentra bien,
pero sigue sin querer hablar. Bibi Andersson interpreta a Alma, la joven enfermera que la cuidará, que no para de hablar con
el objetivo de que Elisabeth recupere el habla.
Bergman
dijo en una ocasión que “lo que más
importa en la vida es ser capaz de entablar contacto con otro ser humano”. La
relación entre Elisabeth y Alma al principio no será fácil, pero con el tiempo
terminan muy unidas. La conexión entre ambas es muy fuerte; al menos para Alma
que ha encontrado en Elisabeth alguien en quien confiar y desahogarse. Alguien
que comprendía su dolor. Se ve identificada en Elisabeth.
Por
eso, cuando la enfermera se da cuenta de que no es más que un objeto de
análisis para la actriz, su manera de afrontar la relación cambia. Se da un
curioso cambio, como si por un momento cambiasen los roles. La enfermera cuida
y observa a la paciente, pero la paciente también observa curiosa y fascinada a
la enfermera. Alma ha contado sus más oscuros secretos a la actriz, se ha “desnudado”
ante ella. Las dos poco a poco se van “fusionando”: la paciente cuida de la
enfermera; la enfermera empieza a actuar.
¿Qué
es verdad y qué es mentira? ¿Quién es Elisabeth
y quién es Alma? Tenemos la sensación
de que Alma va perdiendo poco a poco la consciencia, de que empieza a confundir
la realidad con los sueños, a perder el control de sí misma. Es como si hubiese
perdido su identidad. En la casa de
la playa no hay disfraces, son una actriz sin maquillaje y una enfermera sin
uniforme.
Esa
dualidad y “fusión” de personajes la vemos plasmada también de forma gráfica en
el clímax de la película. La fotografía en blanco y negro de la película es
bastante significativa y refuerza también esa idea: sombras que ocultan medio
rostro, momentos más iluminados que añades a la escena un punto onírico… Lo que
estaba perfectamente separado al principio, poco a poco se va uniendo, la línea
entre los dos personajes cada vez es más difusa. Bergman escogió a Liv Ullmann
y a Bibi Andersson por sus rasgos parecidos.
En el
clímax todo se desmorona, los personajes (y el público) ya no somos conscientes
ni del tiempo ni del lugar de los hechos. Las dos mujeres cuando tienen claro
quiénes son se sienten fuertes. El
traje de enfermera le da a Alma la suficiente seguridad para seguir adelante.
Las
dos mujeres comparten dolor. Tomaron decisiones pensando en agradar o actuar
dentro de lo “socialmente correcto”. Llevan mucho tiempo actuando. La vida es
teatro/cine, en la que cada uno actúa según lo que le conviene. Esa idea de
interpretación, de mezcla entre realidad y ficción, también se puede aplicar al
aspecto meta-fílmico de la película de Bergman. La mano del director está
presente, incluso aparece en un plano. El público es consciente de que está
viendo una película, una “mentira”. Pero como espectadores, nos dejamos llevar
por esa mentira, y nos la creemos por completo.
El
cine, el teatro, el niño que observa la pantalla… Antes de trabajar en el cine,
Ingmar Bergman trabajó en el teatro. En sus trabajos se nota la influencia
teatral, por ejemplo: muchos planos están grabados desde el punto de vista de
un espectador, de forma muy frontal y son bastantes largos. Además de ese toque
teatral Bergman muestra también el proceso fílmico, desde la primera chispa
hasta la última. ‘Persona’ empieza
con el proyector, su “linterna mágica”, y termina con el proyector.
El
trabajo de las dos actrices principales es muy bueno. Dos papeles opuestos: el
de Liv Ullmannn es mudo, y el de Bibi Andersson no para de hablar. En la escena
en la que las dos están una frente a otra, en la que en lugar de contraplanos
Bergman opta por el plano fijo y repetir la escena, me parece sencillamente
brutal: mismo monólogo, distinto rostro. Interpretaciones distintas de un mismo
texto.
Por
su complejidad, desarrollo, fotografía, dirección, interpretaciones; por ese
conflicto entre ser y parecer, entre la consciencia y la inconsciencia, el miedo
a perder tu propia identidad… ‘Persona’ es
una película que merece más de un visionado, de esas historias que te hacen
dudar ante lo que estás viendo, pero ¿acaso no es esa la sensación que quería
plasmar el director?
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