Fantasía y realidad
'Cuentos de la luna pálida de agosto' es un drama dirigido por Kenji Mizoguchi. La película está
basada en varias leyendas del siglo XVII y mezcla fantasía y realidad. Genjuro
y Tobei son dos campesinos que aspiran a lograr el dinero suficiente para sacar
adelante a su familia y vivir una vida digna. El primero es un alfarero que
trata y elabora sus piezas con mucho mimo. El segundo desea ser un samurái.
La guerra civil afecta al día a día
de los protagonistas y Genjuro (visto el éxito de la venta anterior y cegado
por la avaricia), está dispuesto a aprovechar el momento y sacar beneficio. El
dinero le ciega, quiere tener más. Algo similar le ocurre a Tobei con su deseo
de ser samurái y ser un hombre del que su mujer pueda estar orgulloso. Necesita
dinero para comprar una armadura y una lanza, pero no duda a la hora de mentir
y jugar sucio para lograr ese objetivo.
La mujer de Genjuro no aspira a tener
vienes ni riquezas; piensa que su marido ha cambiado y que cegado por la
ambición ha descuidado a su familia. Ella solo
desea que su marido vuelva a casa. La guerra cambia el carácter de los
personajes. La mujer de Tobei no quiere que su marido sea samurái, se conforma
con tener dinero suficiente para poder seguir adelante.
'Cuentos de la luna pálida de agosto' es una magnífica película, de principio a fin. Mizoguchi
mezcla con fluidez la fantasía y la realidad. La ambición en busca de la
felicidad tendrá un alto precio. Las fantasías y sueños de los dos hombres
tendrán trágicas consecuencias y las principales víctimas de ello serán las
mujeres de ambos. Al comienzo de la película los personajes están juntos, pero
pronto se separán y toman distintos caminos. El punto de inflexión lo
encontramos en la tenebrosa y fantasmagoríca escena del lago. En la que entre
niebla y cantos aparece una solitaria barca. Un mal presagio. A partir de ese
momento, los caminos y los destinos de los personajes se separan. La guerra se
empeñará en robar los sueños de los protagonistas.
La escena del lago también supone un
cambio en la forma de la película. La fantasía empieza a estar presente y el
entorno se vuelve más oscuro como el destino de sus personajes. Fantasmas,
ilusiones, mentiras... Ambición, dinero, locura...
La ambición parece enajenar a los dos
hombres. Una mañana, en el mercado, una mujer se acerca a Genjuro. Ella es la
princesa Wakasa. Genjuro, sorprendido y embriagado por la belleza de la
princesa y agradecido por los constantes cumplidos a su buen trabajo, no tarda
en caer en la tentación. Ella es un alma
en pena que atrapa a Genjuro. En la casa de Wakasa predomina la oscuridad, las
sombras. Al igual que cuando Tobei se
acerca por primera vez a los samuráis, estos sumergidos entre sombra parecen
siluetas sin rostro.
Mizoguchi utiliza el fuera de campo
para las escenas más duras de la película. Un cuento oscuro, poético y duro.
Una historia que atrapa al espectador y que fascina gracias al buen trabajo de
dirección. Nada vuelve a ser lo mismo
después de cruzar el lago. Al final todos los personajes perderán algo, harán
frente a situaciones límite (y se verán obligado a cruzarlos), pero al igual
que los personajes, el destino también puede cambiar y deberán seguir adelante.
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