miércoles, 15 de abril de 2015

'Cuentos de la luna pálida de agosto' (1953)

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Fantasía y realidad

'Cuentos de la luna pálida de agosto' es un drama dirigido por Kenji Mizoguchi. La película está basada en varias leyendas del siglo XVII y mezcla fantasía y realidad. Genjuro y Tobei son dos campesinos que aspiran a lograr el dinero suficiente para sacar adelante a su familia y vivir una vida digna. El primero es un alfarero que trata y elabora sus piezas con mucho mimo. El segundo desea ser un samurái. 
La guerra civil afecta al día a día de los protagonistas y Genjuro (visto el éxito de la venta anterior y cegado por la avaricia), está dispuesto a aprovechar el momento y sacar beneficio. El dinero le ciega, quiere tener más. Algo similar le ocurre a Tobei con su deseo de ser samurái y ser un hombre del que su mujer pueda estar orgulloso. Necesita dinero para comprar una armadura y una lanza, pero no duda a la hora de mentir y jugar sucio para lograr ese objetivo.


La mujer de Genjuro no aspira a tener vienes ni riquezas; piensa que su marido ha cambiado y que cegado por la ambición ha descuidado a su familia. Ella solo  desea que su marido vuelva a casa. La guerra cambia el carácter de los personajes. La mujer de Tobei no quiere que su marido sea samurái, se conforma con tener dinero suficiente para poder seguir adelante.

'Cuentos de la luna pálida de agosto' es una magnífica película, de principio a fin. Mizoguchi mezcla con fluidez la fantasía y la realidad. La ambición en busca de la felicidad tendrá un alto precio. Las fantasías y sueños de los dos hombres tendrán trágicas consecuencias y las principales víctimas de ello serán las mujeres de ambos. Al comienzo de la película los personajes están juntos, pero pronto se separán y toman distintos caminos. El punto de inflexión lo encontramos en la tenebrosa y fantasmagoríca escena del lago. En la que entre niebla y cantos aparece una solitaria barca. Un mal presagio. A partir de ese momento, los caminos y los destinos de los personajes se separan. La guerra se empeñará en robar los sueños de los protagonistas.

La escena del lago también supone un cambio en la forma de la película. La fantasía empieza a estar presente y el entorno se vuelve más oscuro como el destino de sus personajes. Fantasmas, ilusiones, mentiras... Ambición, dinero, locura...

La ambición parece enajenar a los dos hombres. Una mañana, en el mercado, una mujer se acerca a Genjuro. Ella es la princesa Wakasa. Genjuro, sorprendido y embriagado por la belleza de la princesa y agradecido por los constantes cumplidos a su buen trabajo, no tarda en caer en la tentación.  Ella es un alma en pena que atrapa a Genjuro. En la casa de Wakasa predomina la oscuridad, las sombras.  Al igual que cuando Tobei se acerca por primera vez a los samuráis, estos sumergidos entre sombra parecen siluetas sin rostro.

Mizoguchi utiliza el fuera de campo para las escenas más duras de la película. Un cuento oscuro, poético y duro. Una historia que atrapa al espectador y que fascina gracias al buen trabajo de dirección.  Nada vuelve a ser lo mismo después de cruzar el lago. Al final todos los personajes perderán algo, harán frente a situaciones límite (y se verán obligado a cruzarlos), pero al igual que los personajes, el destino también puede cambiar y deberán seguir adelante.

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